domingo, 14 de abril de 2013

El niño con la camiseta de rayas




Recuerdo perfectamente aquel día, era mi quinto cumpleaños. Mis padres me regalaron esa camiseta de rayas azules que aún conservo en mi armario. Me sorprendieron llevándome a la playa a pasar el día. Era la primera vez que veía el mar, que sentía esa agua verdosa, salada y fría rozando mis pequeños pies. Ella estaba a mi lado, dándome la mano, como siempre. También era la primera vez que ella se dejaba empapar por las fuertes olas. Ella aparece en cada uno de mis recuerdos. Me hacía sonreír a cada instante. Era la persona más divertida que he conocido nunca.

Mi memoria aún me deja viajar a cuando era aún más pequeño, quizás tendría tres años y medio, y los dos nos escapamos juntos al supermercado de al lado de mi casa a comprar unas gominolas. Ella no podía comerlas, yo lo sabía, pero cuando me miraba con esos ojos tan dulces no podía resistirme y me sentía incapaz de llevarle la contraria. Tenía los ojos más expresivos que he conocido nunca.

Después de que cumpliera cinco años, vinieron otros muchos cumpleaños y eventos en los que ella se encargaba de preparar, con sus propias manos, mi tarta favorita. Cuando pasé de Educación Infantil a Educación Primaria, fue incluso más especial para ella que para mí, porque odiaba el colegio en el que estudiaba. Cuando pasé de Educación Primaria a Educación Secundaria, recuerdo cómo caían las lágrimas por sus ojos al oírme decir “Me voy al instituto”, que además, estaba más cerca de su casa. Cuando acabé el Bachillerato y tomé la decisión de empezar una carrera universitaria, fue uno de los momentos más importantes de su vida. Ella, siempre presente con sus tartas, endulzando cada momento. Tenía las mejores manos que he conocido nunca.

Ahora, mientras estudio para ser maestro, ya no está físicamente a mi lado, pero no puedo dejar de acordarme de ella. De su apoyo incondicional, de sus risas, de su mirada, de sus tartas. Ahora, mirando mi camiseta de rayas azules, guardada en mi armario, pienso en aquel momento en el que mi abuela y yo vimos la playa por primera vez. 

1 comentario:

  1. ¡Hola chicos!

    Este tercer texto también es una actividad de clase. Fue muy divertido. Cada uno tuvimos que llevar una foto de cuando éramos pequeños pero no podíamos enseñársela a nadie. El profesor las recogió todas y luego nos dio a cada uno una foto de un compañero. Teníamos que inventarnos una historia sobre su vida, desde que era pequeño hasta el presente, estudiando en el CES Don Bosco. A ver qué os parece...

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